Hola a todo el mundo. Hace días que no os cuento nada pero es porque no me queda casi tiempo, con todas las cosas que tengo que hacer todos los días, y eso que me echan una mano de vez en cuando como siempre mi mami.
Bueno a lo que estamos. Tenía que llevar a ver una exhibición de aerobic a mi niña de 9 años a un polideportivo. Ella con sus compañeras de equipo de aerobic del cole, iban a verla todas juntas en la misma grada junto con su monitora.
Llegamos al recinto y entramos. En la cancha estaban ya calentando los y las gimnastas. Todavía faltaba una media hora para que comenzara el evento.
Tanto otras madres con sus hijas como yo, estábamos bastante despistadas, puesto que no encontrábamos a la monitora con la que se tenían que sentar y permanecíamos de pie junto a la cancha. Además no paraban de entrar espectadores que pasaban por nuestro lado, para subir a las gradas y encontrar su asiento.
Detrás nuestro estaban las gradas altas donde ya había gente sentada esperando el comienzo de la exhibición y a quienes no quitábamos la visión del entrenamiento, pero a nuestro mismo nivel, había una persona sentada en una silla de ruedas a quien no dejábamos ver cómodamente la exhibición que no había comenzado. La mujer minusválida callaba, pues imagino, se daba cuenta de nuestra despistada situación.
De pronto, desde la primera fila de la grada alta, una persona mayor de aspecto inquietante comienza a increparnos para que nos quitemos de delante puesto que no dejábamos ver a la señora de la silla de ruedas.
Desde mi posición intentaba explicarle que no sabíamos donde teníamos que dejar a nuestras niñas, y que en cuanto pudiéramos nos íbamos a quitar, pero que tampoco podíamos movernos mucho, puesto que estábamos rodeadas de gente y aunque nos quitáramos nosotras otras personas seguirían pasando por allí quitando la visión a la minusválida.
Como el hombre inquietante seguía increpándonos, me acerqué a la grada con tranquilidad y paciencia, para explicarle nuestra situación, con el convencimiento de que lo entendería perfectamente y dejaría de gritarnos, pero no solo no fue así, sino que otro hombre sentado a su lado y algunas personas más, me chillaban también, como si no tuviéramos piedad con la minusválida, como si fuéramos unas brujas sin corazón, como si..... bueno una exageración.
Volví a intentar explicar que si, que tenían razón, pero que no nos podíamos quitar, que todo estaba lleno de gente, que no encontrábamos a la monitora con quien teníamos que dejar a nuestras hijas, y que además el espectáculo ni siquiera había comenzado, pero que nos íbamos a quitar en cuanto pudiéramos.
Otra madre viendo mi situación, vino a tirarme del brazo para que me dejara de explicaciones, que lo dejara por imposible, puesto que las personas de la grada no atendían a razones.
Dejé a los dos hombres y demás 'solidarios', allí farfullando.
Seguíamos sin encontrar a la monitora para poder dejar a nuestras hijas a cargo de alguien, seguíamos sin podernos mover del sitio y seguíamos oyendo gritos.
De pronto el hombre cincuentón de aspecto inquietante baja de la grada y con su gran tripa y a tripazo limpio y palabras malsonantes, intenta hacer hueco delante de la minusválida, algo prácticamente imposible, dado el gran número de personas que ya estábamos allí congregadas.
Se me encara y le vuelvo a repetir todo lo que le había dicho ya, al intentar darle explicaciones antes. Un niño ajeno a toda la gresca, intenta de manera educada que el hombre le deje pasar y este, le grita "pero a dónde vas tu" y entonces soy yo la que increpa al hombre, pues me parece injusto que un niño tenga que pagar su mal genio.
De pronto y como salida de la nada aparece una señora que había bajado de la grada y con estas crueles palabras me dice -"¡ójala te quedaras tu en una silla de ruedas para que sepas lo que es!"-,,y digo yo ¡¡¡¡¡como si ella lo supiera, si acababa de bajar las escaleras desde la grada andando perfectamente!!!. En fin, estuve dando vueltas a esa cruel e injusta frase hasta la mañana siguiente, pues dañó mi sensibilidad. ¡Qué sabrá esa de mi! y ¡qué sabrá de lo que se siente dependiendo de una silla de ruedas para deseármelo a mi con esa crueldad!. Boba falsa solidaria.
Por fin apareció la monitora de las niñas y pudimos llevarlas a su grada correspondiente, gracias a dios bien lejos de la grada de la discordia. Al volver a pasar por allí una vez ubicadas las niñas, la minusválida ya no estaba. La habían trasladado a una zona preparada para personas con minusvalías.
A todo esto la mujer no abrió la boca en ningún momento. GRACIAS PACIENCIA.
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