LO DEL ADELANTAMIENTO PELIGROSO

Mujer con carro

Hola a todo el mundo. No podía pasar sin escribiros lo que me ocurrió la mañana del pasado lunes. Me encontraba en el Simply, haciendo una pequeña compra. Solo necesitaba dos paquetes de 6 cajas de leche y dos botes de remolacha. Todo parecía muy fácil, pero lo que es fácil para algunos, es algo más complicado para otros.
Una mujer como de unos cincuenta y pico años, intentaba sin éxito a base de pequeños saltitos, llegar a coger un paquete de seis cajas de leche. En uno de sus saltitos, llegó a tocar uno de los paquetes desplazándolo solo unos centímetros. Lo acercó peligrosamente al borde de la balda, pero sin posibilidad alguna de obtener el resultado deseado. Lo único que podía conseguir, era una buena leche, pero no líquida precisamente si se le caía el paquete de seis kilos encima. Cuando me dí cuenta de su comprometida situación reaccioné enseguida. Me ofrecí amablemente a bajarle las seis cajas de leche de la balda. La mujer me sonrió muy agradecida, y continué con mi compra.

Con mi buena acción del día hecha, me dirigí a la línea de cajas. Nunca se escoge la caja que más rápida va, pero en mi caso, no fue ese el problema. La que escogí tenía una pequeña peculiaridad. Justo antes de llegar, vi como la última persona que estaba esperando en la fila, dejaba su cesta abandonada y salía corriendo sin mediar palabra. Supuse que había olvidado algún artículo, y había ido a por él.
Ubiqué mi carro detrás de su cesta, y esperé tranquilamente mi turno.
El cliente que se encontraba en ese momento pagando terminó, y se marchó. A continuación, comenzó a dejar sus artículos en la cinta transportadora, el cliente inmediatamente anterior a la solitaria cesta de la mujer desaparecida. Con mi pie, adelanté unos centímetros la cesta aún sin dueña. El cliente estaba terminando su compra, y la cinta transportadora ya estaba vacía, por tanto realicé un adelantamiento peligroso con mi carro. Cogí los botes de remolacha, y cuando estaba a punto de dejarlos en la cinta transportadora, llegó corriendo la mujer abandonadora de cestas.

- ¡Espera, espera, espera!¡ Que estaba yo!¡Que estaba yo!¡Que me toca a mí! - me dice.
- Perdona pero cuando he pasado yo, aquí no había nadie - contesto con tranquilidad.
- ¡Ya pero estaba yo, y además todavía no has puesto nada en la cinta!, ¡Todavía no has puesto nada en la cinta!¡Me toca a mí! - me responde.
<<¿Que todavía no he puesto nada en la cinta?>> pienso.
Con un golpe seco, dejo los dos botes de remolacha en la cinta.
- Mira, ya he puesto algo en la cinta -  contesto, aún tranquilamente.
- ¡Vaya morro!. ¡Desde luego, que cara! - me dice.
- Mira, aquí la única que tiene morro eres tu, y tu lo sabes - contesto con educación.
- ¿Yo morro?, te has colado, te has colado - me contesta.
- Repito que cuando he pasado, aquí no había nadie. Mira, vamos a hacer todos lo mismo. Vamos a venir a la compra, vamos a dejar el carro en una fila, nos vamos a marchar a por cosas, y el que venga y se ponga detrás ya irá empujando. Pregunta, pregunta a la gente que está en otras filas, y vemos lo que te dicen, veremos si tengo morro yo, o lo tienes tu - vuelvo a contestar controlando mis nervios mientras saco las cajas de leche, y las pongo en la cinta.
- Además entendería que te molestes si yo tuviera el carro hasta arriba de cosas, pero es que llevo cuatro - intento razonar con ella pero no me escucha. Sigue farfullando.
- Bueno, bueno lo que tu digas, vale, vale - contesta visiblemente indignada, al darse cuenta de que había perdido la batalla tanto física como dialéctica.
- Si, si, y tanto que vale - contesto tranquila pero ya con los nervios nerviosos (como decía el tristemente recién desaparecido MILIKI).

Por fin, termina el contencioso, y justo antes de despedirme amablemente de la cajera, una mujer de otra fila, que imagino, habría presenciado el altercado, se acerca a mí, y casi en susurros me dice :
- Oye perdona, pero no quería marcharme, sin decirte que has demostrado tener mucha educación.

Agradezco infinito sus palabras. Las recibo, como una especie de bálsamo para mi dañada buena voluntad. A nadie le gusta que le vengan diciendo que tiene morro, o que se cuela, cuando no es lo que ha pretendido, sino que las circunstancias, que la misma persona que le increpa ha propiciado, le han llevado a realizar un adelantamiento peligroso. GRACIAS EDUCACIÓN.

1 comentario:

Carlos. dijo...

Pertsona "jeta" asko dago, oso ondo egin zenuen.