LO DEL LIBRO





Hola a todo el mundo. Solo quería dar las gracias a todas las personas que se han interesado por mi libro.
Por ahora las opiniones que de manera directa o indirecta han llegado a mis oídos, han sido bastante positivas.
Aquí os dejo el link  "PEDACITOS DE VIDA"

El libro que estoy escribiendo ahora se titula "Operación Sarmiento". Lo sé. Raro raro el título. Ayer le leí un trocito a mi hija y se partía de risa. Aún me queda mucho para terminarlo, pues no dejan de venirme cosas a la cabeza, pero ya llevo 136 páginas y mi intención es tomármelo como un trabajo, ya que en los de verdad no tengo mucha suerte.
GRACIAS A TOD@S

LO DE "NO SE HACEN FOTOCOPIAS"

Hola a todo el mundo. Esta es cortita porque tampoco me sobran las ganas de nada. En una de tantas visitas al servicio social de base, donde se piden las ayudas correspondientes a lo que te haya tocado vivir, tenía que llevar cada tres meses como comprobante de mis gastos particulares, las facturas de la luz, el agua, el gas, la hipoteca y demás justificantes de que pago o vivo en este mundo. Siempre me llevo un libro para leer, por si me hacen esperar mucho. Así no dejo a mi mente que se ponga a pensar demasiado en según que cosas.
En esta ocasión llevaba AFRICANUS EL HIJO DEL CONSUL. Un interesantísimo libro de los tiempos de los romanos.
En otras visitas al servicio social de base, ya había observado los carteles de "NO SE HACEN FOTOCOPIAS" dispuestos en varias columnas y paredes dentro y fuera de la oficina, por eso llevaba mis facturas perfectamente fotocopiadas desde mi casa.
Cuando llegó mi turno, me llamaron y entré en la oficina. Mientras me estaba atendiendo la administrativa, se fijó en el libro que llevaba y me preguntó sobre el argumento y si me estaba gustando. Por supuesto le dije que me estaba encantando. Entonces ella decidió ir a comprárselo en cuanto pudiera a la librería más cercana. Lo más sorprendente fue, que en lugar de coger un bolígrafo y apuntar el nombre del autor, el título y la editorial en un papel para que no se le olvidara, no dudó un segundo en pedírmelo y dirigirse a la FOTOCOPIADORA de la oficina donde "NO SE HACEN FOTOCOPIAS" para sacar una FOTOCOPIA de la portada y contraportada de mi libro. ¡Y en color!. GRACIAS SANTIAGO.

LO DE VODAFONE


Hola a todo el mundo. Sin más dilación hoy contaré lo de Vodafone.
Terminaban seis días de vacaciones, con la típica vuelta a casa de maletas repletas de enseres cuya utilidad durante los días de asueto habría sido más que discutible.
Era hora de poner al día la economía doméstica que había sido totalmente obviada durante casi una semana.
Una inocente consulta de mi cuenta bancaria por internet, hacía que me diera un vuelco el corazón. Vodafone había hecho los deberes, y me había pasado un recibo de más de cien euros por el Adsl y la utilización de un teléfono móvil.
Por más que pestañeaba, los dígitos no cambiaban. La cantidad que debía haber sido cobrada según el contrato no llegaba a los 45 euros pero no no,  mis ojos no me engañaban, ponía ciento y pico euros.
Sin siquiera deshacer maletas, la pertinente llamada al servicio de atención al cliente de Vodafone se hacía irremediable.
Una persona audiblemente descontenta por trabajar en un call center en pleno mes de agosto, atendió mi llamada. El resultado fue el esperado. La factura era correcta. De alguna inexplicable manera, la usuaria del móvil había dado de alta un servicio de mensajes llamados PREMIUM (mucho cuidado con ellos), y la recepción de los mismos se cobraba a casi 2 euros cada uno, por tanto, había recibido unos 22 mensajes que debía pagar.
Argumentos como mi más sincero desconocimiento de la existencia de dichos mensajes, o que yo no había dado de alta ningún servicio, no sirvieron absolutamente para nada.

Siguiente paso, o bien conformarme y dejarlo estar o poner una reclamación en el departamento de consumo del Ayuntamiento y esperar.
Sin lugar a dudas elegí la segunda opción.

Mi reclamación:

Contratada con la compañía telefónica Vodafone, la tarifa del Plan Base2 Gama Estandard para el teléfono móvil Sony Xperia L 634918445 por un importe mensual de 22€ con un 25% de descuento durante los 6 primeros meses, y ADSL para el número 945xxxxxx  por un importe mensual de 20€ al mes , total factura mensual 38,5+iva = 44,16 € recibo una factura de 109,77€ por el periodo 08/07/2013 al 07/08/2013, con un descuento de 3,55€ incluido, por un error en una factura anterior . Adjunto factura.
La diferencia entre lo contratado y lo facturado es de 69,15€(iva incluido). Una vez consultada esta irregularidad con atención al cliente de Vodafone, el operario me remite a la oficina de consumo de mi ciudad para presentar esta solicitud de arbitraje. Según las explicaciones de atención al cliente de Vodafone, el importe ya abonado de 69,15€,  corresponde a una serie de mensajes enviados desde los números 25088, 797971, y 797998 que desconocía absolutamente y que recibí sin mi consciente consentimiento a lo largo del periodo de facturación. Son mensajes que no he contratado bajo ningún concepto de forma consciente, ni he sido informada clara y correctamente de su tarificación. Por ello considero que Vodafone me ha cobrado 69,15€ de manera injusta, cosa que la persona de atención al cliente reconoció, por lo que procedió el 20/08/2013 a restringir inmediatamente la recepción en el móvil de este tipo de mensajes llamados Sms Premium.
Señor@s, llevo casi 2 años en el paro, vivo sola con una niña de 11 años, utilizo Internet para buscar trabajo y no estaría en mi sano juicio, que lo estoy, si conscientemente contratara un servicio de recepción de mensajes Premium que me supusiera el gasto de casi un 10% de mis ingresos mensuales. Por todo lo expuesto anteriormente, les ruego resuelvan esta reclamación a mi favor. Muchas gracias por su atención. Un saludo.

La respuesta de Vodafone no se hizo esperar. Una notificación de Correos en mi buzón me instaba a acudir a la oficina más cercana a mi domicilio, para recoger la resolución.
Vodafone había revisado la factura, y mi reclamación y todo estaba correcto. No tenían por qué devolverme nada, pues en su conciencia no pesaba ninguna irregularidad. La empresa que ofrecía los servicios de mensajes PREMIUM sin preguntar, era la responsable de sus actos y no mi proveedor de telefonía móvil, quien por otro lado era, quien había hecho los deberes.
Lejos de aceptar dicha resolución, mi siguiente paso sería preguntar en consumo si era definitiva, o si por mi parte, podía hacer algo más sin cargo económico para mi ultrajada cuenta corriente.
Pues bien, podía seguir con mi reclamación sin cargo alguno, con el simple hecho de comunicarlo por email al organismo competente en la materia, o lo que es lo mismo, contestando a ese mismo mail. Como resultado de esta continuación de reclamación, entraría en un sistema de arbitraje donde una persona designada para mi caso, actuaría como árbitro en la contienda, y decidiría sin posibilidad de apelación, si una pequeña hormiguita Vitoriana como yo tenía razón, o si por el contrario una gran empresa de telefonía móvil se salía con la suya.

Como tres meses después, recibía una llamada de teléfono del departamento de consumo del ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz. Debía personarme en los bajos del ayuntamiento a las nueve y media de la mañana de un miércoles, para asistir al arbitraje de mi caso.
A mi llegada, un policia me pedía mi carnet de identidad, me entregaba una tarjeta de identificación que debía poner en la solapa inexistente de mi camiseta, y me indicaba el camino de escaleras, giros a la izquierda, giros a la derecha y traspaso de puertas, que debía seguir para llegar a la sala del ayuntamiento donde tendría lugar la reunión.
Una vez recorrido el camino, sin más dilación una mujer con su tarjeta de acreditación perfectamente colocada en la solapa de su americana de trabajo, me indicó que podía entrar en la sala.

Tanta sobriedad por 69,15 euros no me parecía necesaria, pero al fin y al cabo yo era solo una hormiguita Vitoriana, peleando por lo que pensaba era lo justo, ellos sabrían más que yo de esas cosas.
La sala estaba ocupada casi en su totalidad, por una brillante mesa redonda de madera, probablemente muy cara, dada su robustez y descomunal tamaño.
A las doce estaba sentado el árbitro y a las seis mi silla estilo barroco tapizada en rojo me esperaba para recibir lo que yo pensaba sería el final de mi aventura, con explicaciones y declaraciones en mi defensa por mi parte y todo.
Tomé asiento según me indicaron.
El árbitro serio y muy metido en su papel, comenzó a hablar.

- ¿Es usted Marta O.P.? preguntó serio.
- Si - contesté.
- ¿Quiere añadir algo más a parte de lo que pone en su reclamación presentada en la oficina de consumo?.
- No, creo que lo explico todo claramente en ella - contesté.
- La otra parte no se ha presentado. Su caso será sometido a arbitraje y recibirá en unos días la resolución que será inapelable, y que deberá aceptar - prosiguió nada afable.
- De acuerdo - contesté.
- Bien, pues eso es todo - concluyó.

Sin otro particular y con la sensación de haber perdido el tiempo y dos viajes de tranvía de la forma más idiota, saludé atentamente y me marché a mi casa.

Semanas más tarde, cuatro meses después del comienzo de la aventura, un nuevo papelito amarillo de Correos descansaba en mi buzón. En cuanto pude, acudí a la oficina más cercana a mi casa y recogí lo que con toda seguridad sería el final de mi litigio.
Firmado el correspondiente justificante de recogida, me dirigí hasta mi coche con una carrerita corta que me permitiera no mojarme demasiado en un lluvioso día de diciembre.
Ya dentro del coche, abrí el sobre.
Un grupito de 5 folios grapados terminarían con lo que ya era simple curiosidad. Lejos quedaba la preocupación por la falta de 69,15 euros en mi cuenta corriente.
En la última página, Don no se qué no se cuantos, como árbitro designado para la resolución de mi caso, revisada mi reclamación y alegaciones, me daba la razón, y "condenaba" a Vodafone a devolverme el dinero injustamente cobrado.

Al final se hizo justicia, pero no me extraña nada que por no pasar por absurdos trámites burocráticos, y pérdidas de tiempo, a veces la gente no se tome el trabajo de reclamar flagrantes injusticias.
Fin del partido.GRACIAS ÁRBITRO.


LO DE LA ENCUESTA ANÓNIMA DEL CURSO DE INGLES DE LANBIDE

ENCUESTAS
Hola a todo el mundo. Sin más preámbulos comienzo.
Terminado un curso de mes y medio asistiendo a clases interminables de inglés de cinco horas todas las tardes, con un único descanso de veinte minutos, mis compañeros de desgaste de neuronas y yo, nos disponíamos a cumplir con las expectativas estadísticas de la coordinadora de Lanbide, encargada de la supervisión  del buen funcionamiento del curso, con apariciones estelares sorpresa durante el desarrollo del mismo. Dicha persona solo apareció el primer día, para explicarnos las firmes normas que todos debíamos cumplir durante el curso, para poder conseguir el codiciado diploma de acreditación de asistencia al curso de 200 horas a presión de inglés comercial.
La asistencia era obligatoria, la puntualidad innegociable y quedaba terminantemente prohibida la ingesta de cualquier producto dentro del recinto.
La hora de entrada al curso había sido fielmente respetada por nuestro profesor de ascendencia India, totalmente amedrentado por el miedo a cualquiera de las visitas sorpresa de la supervisora.
Solo el último día del curso cambiaba el horario de entrada, pues la supervisora terminaba su horario laboral los viernes a las tres y media de la tarde, y coincidía con la hora de entrada al curso, por tanto para que ella pudiera salir a su hora, quince personas debíamos acudir a la academia, media hora antes de lo normal, para que a ella le diera tiempo a hacernos la anónima encuesta de satisfacción antes de las tres y media.
Hechos los honores y recibidos los impresos, mis compañeros y yo rellenamos la encuesta con nuestra anónima humilde opinión.
De cero a diez la mayoría de mis respuestas se acercaban más a la nota más alta. Estaba contentísima con el curso. Había aprendido muchísimo con mucho esfuerzo y trabajo, pero había merecido la pena. Mi nivel de Inglés había subido como la espuma en tan solo mes y medio, de hecho en el examen final había obtenido la nota más alta de toda la clase. Había respondido correctamente a un 87% de las preguntas de un complicado examen final.

En el último apartado de la encuesta, las preguntas se referían a nuestra opinión sobre las perspectivas de futuro.
 - ¿De cero a diez, cuanto cree usted que el curso realizado le ayudará para mejorar en su carrera profesional? - mi anónima respuesta basándome en que mi carrera profesional paró en seco hace casi 30 meses mi respuesta fue un  cero.
- ¿De cero a diez, cuanto cree que el curso realizado el ayudará a promocionarse en su puesto de trabajo?- mi anónima respuesta basándome en que no tengo puesto de trabajo fue otro cero.
- ¿De cero a diez, cree que el curso realizado puede ayudarle a encontrar un puesto de trabajo?- basándome en mi infructuosa búsqueda de empleo durante casi 30 meses, en los que he perdido la cuenta del número de cursos que he realizado y no me han ayudado, mi respuesta fue de nuevo un cero.

La supervisora del curso se disponía a recoger las encuestas a los que habíamos terminado. Nos informó de que según se las fuéramos entregando, les echaría un vistacillo rápido, únicamente para asegurarse de que no habíamos dejado huecos en blanco.
Cuando le entregué la mía, después del pertinente "inocente" vistazo, se acercó resolutiva hasta la mesa que había sido testigo de mis esfuerzos por aprender  todo el inglés que me fuera posible, durante un mes y medio y poniéndola sobre ella, comienza el asedio.

- ¿Has puesto un cero en las tres últimas preguntas?¿Tu estás segura de haber entendido bien la forma de puntuar y lo que se te pregunta? - comienza con tono conciliador.
- Si. Estoy segura - respondo.
- Pero tu ¿qué estudios tienes? -  continúa.
- Yo tengo Formación Profesional en Administración y Comercio - respondo aún tranquila.
- ¿Y tu no crees que en una selección de personal, tendrías más posibilidades de ser la elegida con el nivel de Inglés que has adquirido con este curso? - pregunta ya con un gesto más adusto.
- Pues si la otra persona tiene menos nivel pero también quince años menos que yo , igual no , no tengo más posibilidades -  contesto con corrección.
- ¿Y pones un cero en la respuesta de que en tu puesto de trabajo no te va a ayudar el curso? - sigue reprochándome.
- Si. Pongo un cero porque no tengo trabajo - respondo.
-¿Y un cero a que el curso no te va a ayudar a encontrar trabajo? - continúa cada vez más indignada.
- Si. Llevo buscando empleo más de dos años, he hecho más de 15 cursos diferentes y ninguno me ha ayudado - respondo con la tranquilidad de expresar simplemente mi opinión según mi experiencia.

La supervisora llega al final de sus reproches y como método de expulsión de su rabia contenida, pues mis ceros iban a desmerecer el resultado de sus estadísticas, coge mi encuesta con desdén, da media vuelta y según sigue recogiendo las encuestas de mis compañeros...

- ¡Pues con esa actitud, no sé donde crees que vas! - me increpa.

Claro, al no aparecer por allí en mes y medio para supervisar o lo que es lo mismo, hacer su trabajo, ella no podía saber que mi actitud durante el curso había sido acudir a recibir cinco horas seguidas de inglés una de las tardes incluso con collarín, después de haber sido diagnosticada de una cervicalgia aguda. No sabía tampoco que solo había faltado un día a clase en todo el curso, o que lo había aprovechado hasta el punto de sacar la nota más alta en el examen final. Claro, con esa actitud ¡dónde voy!.

Su actitud prepotente, su injusto e "inocente" vistazo a mi anónima encuesta y reproche final, dañan mis sentimientos ya afectados por 30 meses de actitud inquebrantable de búsqueda de empleo e intentos de salir del pozo de los deseos de los desempleados.
Pongo en conocimiento de la academia de formación la forma en que he sido tratada por esa mujer, que desde ese mismo momento ha perdido su título de supervisora para mi, para pasar a ser solo una desagradable mujer con suerte de tener un trabajo, y después de varios días me repongo como siempre intento hacer después de haber sido golpeada en este caso psicológicamente.

Mi única opción para demostrar que de cero a diez, su diploma de asistencia al curso de inglés, me la trae al pairo un diez,  ha sido no acudir a recogerlo, sabiendo que iba a ser devuelto a Lanbide.
Por mucho que nos recorten el presupuesto, los derechos y las ganas de seguir adelante, al menos no podrán recortarnos la dignidad.
De cero a diez, un diez a la dignidad de las personas. GRACIAS DIGNIDAD.