LO DE BUSCAR NUEVAS OPORTUNIDADES

cartel de positivismo
Hola a to@s . Me había presentado a un examen-prueba escrita, para acceder a mi quinto  curso ya para desempleados. Así ocuparía las horas de soledad del día y además tendría una nueva oportunidad en el mundo laboral. Éramos 174 personas. Fuí seleccionada con otras 39 personas para una entrevista, en la que si convencía, podría asistir al curso todas las mañanas, lo cual para mí era una salvación a la soledad que se me presentaría cuando mi niña hubiera comenzado su curso escolar.

La entrevista no pudo salir mejor. Encontraba respuestas muy convincentes a todas las preguntas que me planteaban. Sonreía, hablaba en positivo. Seguía todos los consejos para que una entrevista saliera bien, que había leido en páginas de internet u oído a psicólogos en la televisión.
- Actitud Marta, actitud - me decía a mi misma.
- Buenas vibraciones, buena presencia, buena onda- pensaba.


- Me sorprende que tu curriculum esté repleto de estudios y experiencia laboral como administrativa e informática , y te presentes a este curso para aprender a cuidar de personas dependientes-  me decía mi entrevistadora, con los ojos muy abiertos y bastante sorprendida.

- Llevo intentando encontrar trabajo y haciendo cursos de ‘lo mío’ durante casi un año y es imposible, es desesperante. Quiero intentar otra cosa. Además en mi adolescencia, estuve dudando entre estudiar informática o geriatría, pero al ver que los ordenadores eran el futuro y no me faltaría el trabajo, me decidí por la informática, pero va a ser que no -contesté.

Una suave sonrisa de mi entrevistadora me hizo coger confianza y continuar.

-Además no dejaré de ser informática, de hecho voy a configurar el ratón a casa de mi madre varias veces a la semana - dije exagerando para quitar hierro al momento.

De nuevo risa algo más sonora de mi entrevistadora.

- Este trabajo será duro. Si te encariñas con alguna persona anciana y muere … - otra nueva observación-pregunta de mi entrevistadora.


- Si, pero incluso esto, me prepararía para pérdidas de seres queridos en el futuro. De niña, adolescente o adulto nadie te enseña ni te prepara para este tipo de cosas que forman parte de la vida- de nuevo había contestado positivamente, sin pestañear y mi entrevistadora  había asentido a modo de conformidad con mi explicación.

Cada vez estaba más convencida de que mis respuestas eran brillantes y que tenía muchas posibilidades de estar entre las quince personas elegidas para realizar el curso. Mi positivismo y buena actitud tenía que funcionar.

Al día siguiente, tenía que consultar en Internet la lista de agraciados a partir de las doce. Sobre las doce y media estaba con los nervios típicos en el estómago, pero casi convencida de que lo iba a conseguir.

Por fin encontré la página web donde se podía ver que había quince nombres y apellidos que no coincidían con el mío.
Debajo había otra lista de personas como reservas, con dieciséis nombres que tampoco coincidían con el mío.

Después de no fiarme de mis propios ojos, y leer y volver a leer las dos listas, estaba claro que no iba a poder acceder al curso que podía ampliar mis posibilidades en el mercado laboral.

Era importante encajarlo lo más rápido y mejor posible para seguir siendo positiva.
No pasa nada. A otra cosa mariposa. Será que no tenía que ser. Se supone que será, que tiene que ser así. Pensamientos positivos, solitarios pero positivos.
GRACIAS POSITIVISMO.

LO DE LA CONTRACTURA

musculaturaMuy buenas a tod@s. Me desperté con un fuerte dolor en la espalda. Con poco que moviera la cabeza en cualquier dirección, me acordaba con malicia de toda la familia de alguien. Prácticamente no podía mover el brazo izquierdo. El dolor era muy fuerte y no podía relacionarlo con nada que hubiera hecho el día anterior. Ningún esfuerzo físico exagerado. Psíquico si, pero físico nada de nada. Recordaba que había ido a dormir sin dolor alguno, igual que una quinceañera. Eran las cinco de la mañana. Imposible conciliar el sueño. Por fín decidí incorporarme, pero ni estiramientos, ni movimientos suaves hacían que el dolor se aliviara. Decidida a volverme a dormir adoptaba postura tras postura sin efecto positivo alguno. Por fin llegó la hora de levantarme y nada había cambiado.
Justo el día anterior se me había terminado el tan socorrido fármaco llamado Ibuprofeno y no tenía nada que tomar para aliviar el dolor.
La suerte estaba de mi parte, pues tenía cita con el médico para pedirle una receta de Ibuprofenoeno, que me permitiera comprarlo por unos céntimos menos, por tanto acudí al médico después de dejar a mi niña en el colegio pero con pretensiones muy diferentes a las que tenía cuando pedí la cita.

El médico estaba justo al lado del colegio de mi niña. El camino hasta cole fué arduo y doloroso, pero la vuelta del médico de película.
En cuanto el médico vió lo limitado de mis movimientos, como si una adorable abuelita hubiera entrado en su consulta, y después de un pequeño reconocimiento quejumbroso y doloroso, decidió inyectarme un fármaco antiinflamatorio.
Ahora, además de no poder mover el cuello, el brazo y hombro izquierdos, tampoco podía andar correctamente, y los trece minutos de camino hasta mi casa, se convirtieron en 30. Iba coja de la pierna derecha e inmovil de la parte izquierda. En bloque giraba mi cuerpo para mirar si venía algún coche y podía cruzar o no la carretera. Algo semejante a un zombie o alma en pena.
Aún así, podía sostener el teléfono movil con la mano derecha para ir narrando a mi mamá, lo penoso de mi vuelta a casa. Me daba la risa pensando en la imagen que proyectaba. Me hubiera gustado encontrarme conmigo misma por la calle y así poder ver el efecto que causaba en los viandantes mi nueva imagen.
A duras penas llegué a mi casa y poco tiempo después venía mi mamá con mi niña, trás haberla recogido del colegio. Qué haría yo sin mi mamá. GRACIAS MAMI.